lunes, 4 de octubre de 2010

General Adalberto Tejeda Olivares (1883-1960), Chicontepecano Ilustre


Sixto Adalberto Tejeda Olivares nació el 28 de marzo de 1883, en Chicontepec, Veracruz. 
En la capital del país ingresó a la Escuela Nacional Preparatoria y de ésta deseaba cursar la carrera de ingeniero, mas la falta de recursos económicos le impidió terminar sus estudios, por lo que tuvo que volver a Chicontepec para trabajar como deslindador de terrenos. Fue esa actividad la que le permitió conocer de cerca los problemas de su comunidad; entre éstos, los despojos de tierra que llevaban acabo los mestizos adinerados en contra de los indígenas.

El año de 1920 marcó el inicio de Adalberto Tejeda como gobernador de Veracruz, cargo que ocupó hasta 1924 y que por segunda ocasión desempeñó de 1928 a 1932. Durante esos años en que tuvo a su cargo la política de Veracruz realizó, entre sus tareas, la organización de los campesinos en una central que, además de procurar el reparto de la tierra, los defendiera de los terratenientes. De esta manera, apoyó a los líderes campesinos para que fundaran la Liga de Comunidades Agrarias del estado de Veracruz, en marzo de 1923.

Tejeda, siguiendo el pensamiento de Justino Sarmiento, señalaba que gobernar a un pueblo era educar, y educar significaba:

Crear un carácter, es forjar
una personalidad colectiva, es
realizar un propósito, y realizarlo
venciendo todos los obstáculos.
Un gobernante, es decir, un educador, no puede
declararse vencido, debe
estudiar las causas de las dificultades
y saber que no hay efecto sin causa
y atacar esa causa

Para Tejeda, a México le faltaba mucho por realizar en el sentido de gobernar educando, y el problema principal era que se desconocia su geografía y su historia y el conocimiento de ambas era vital, pues la geografía de un país es lo que la anatomía a un cuerpo humano y la historia lo que la fisiología al ser. Por lo tanto, sentenciaba que un pueblo sin geografía y sin historia es un pueblo desconocido al que le es difícil conocer sus males para atenderlos y corregirlos. No se conocen las cuencas de los Ríos ni el corazón de nuestras selvas, ni nuestra arqueología, ni nuestra geología en pocas palabras, el conjunto de nuestros recursos naturales. Nuestro pueblo, además, permanece ignorante de su historia, analfabeto y ansioso de instruirse y solamente se sabe lo que sirve para atraer a los turistas.

No se conocen las diferentes razas indígenas que deben constituir unidad de nación solidarizándolas por todos los medios posibles, ni se ha tratado de conocer la verdadera alma de nuestros campesinos.

El pensamiento tejedista parece traspasar las barreras del tiempo para señalarnos la necesidad que tenemos de acercarnos al conocimiento de la geografía y de la historia como disciplinas indispensables para conocer las enseñanzas del pasado, formar juicios y proseguir en el camino que nos conduzca a desarrollarnos como miembros de una nación en continuo mejoramiento.

 

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